domingo, 7 de octubre de 2007

¡FELIZ VIDA VIOLETA!


Recuerdo haber recordado a Violeta un verano del siglo pasado. Se conmemoraba su muerte y sacar su mensaje era un acto – para estar a tono - casi suicida de aferro a la vida, valga el oximoron.
Repaso esos momentos tras leer las palabras de Sierva María y quedar algo traspuesto con ellas, ya que adorándolas (a ella y a Violeta) también discrepo de ambas: de la Parra por su obsesivo anclaje en los dolores y de la Endemoniada por eso de que “los malos son buenos pero que nos están ganando”. Vamos por partes dijo Jack, el londinense.
Sobre la Viola no podré ambages: valoro muchísimo el legado de Violeta pero creo que su carácter llegó a ser en muchos momentos obsesivo y dolido en exceso. Por eso mismo no condeno a ‘Run Run’ y su ida pa’l norte. Además, nos remachan demasiado su mirada oscura o a lo oscuro y ella es más que eso, mucho más. Recordemos que el “Gracias a la vida”, es una canción dolorida pero clara y esperanzadora, atada sí a una terrenalidad que parece limitarla al pasado; pero también acordémonos de “¡Que vivan los estudiantes!”. Lamentemos que se suicidó y que era una mujer `muy jodida’, pero celebremos que en sus comienzos también cosechó centenares de cánticos olvidados en el campo chileno y lo hizo con sus legítimos cultores, rescatando con ellos la alegría, la ingenuidad y la picardía del que vive con poco material pero con el alma llena de un no-sé-qué de trascendencia (La Juana Rosa).
En fin, celebro el legado de Violeta, tomo en cuenta su parte gris y , finalmente, doy gracias que lo mejor de ella siga vivo.
Ahora, en eso de que “nos están ganado” que sentencia Sierva María, tampoco daré rodeos: no estoy de acuerdo. Si revisamos la historia veremos que avanzamos en hacernos seres con más valor individual y de especie, a pesar de la corruptela, el capitalismo y la morosidad que ata a la gente a su televisor casi cada minuto de los que tiene libres del trabajo esclavizante.
Hace no muchos años, a pocos se les ocurría que golpear a los hijos era inapropiado, ¡menos un delito como ahora!, o que podemos tener el derecho y la posibilidad cierta de mayor ‘esperanza de vida’ (vivir más años). Hace no muchos años la tortura era aceptada como método de indagatoria hasta en los documentos oficiales de los estados de Occidente. Y en nuestro continente el hambre era la compañera inseparable de una proporción muchísimo mayor de la actual.
Creo sí que la historia es dialéctica, que vamos y venimos en un vaivén que da cuenta de avances y retrocesos, que en ocasiones nos nubla el sol la idea de que nos ahoga la injusticia, pero el astro rey está allí, aguardando que agucemos la vista o nos vayamos derechamente a la pampa para cargarnos de su energía y ver la vida de otra manera: luminosa; como cuando Sierva María carcajea y lanza uno de sus geniales insultos al feo absurdo que es dejarse morir un poco.

Don Cayetano Delaura.

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