jueves, 13 de noviembre de 2008

LO MÍO ES LA PIEDRA













“Como tú,
Piedra pequeña,
Como tú.
Piedra ligera
como tú.


Guijarro humilde,
Como tú”.

(León Felipe)


Las gotas de lluvia, llanto, vino y verde me clavaron profundo. No podría negar que me estremecieron a través de tantos años ya, y también a lo largo de esta última travesía, pero no me anclaron en ninguna isla.
Lo mío es la piedra.

He tenido las oportunidades de optar, armar otras vidas, de reverdecer, de anclarme en otros puertos, especialmente en donde el verde arroba y el agua te llama con esa voluptuosidad de la constancia.
Pero lo mío es la piedra.

Mis plantas tocaron cada rincón: ensenadas; inmensas bahías, acogedores villorrios, anchas alamedas.
Mi boca bebió la garúa, el alcohol, la savia de la fruta recién arrancada del árbol, aspiró el coro emborrachado de alegría masiva.
Mis manos tocaron la trama de la selva negra de Arauco, de las algas de Chiloé, de la fértil provincia, compartiendo la generosidad de la tierra y de los amigos.
Pero a mi sólo me sacia la piedra.

Y así vuelvo al norte, con la rocosa luna llena como guía, asomándose a través del gigantesco guijarro eterno de la cordillera.
Y ahora, Sierva María, tras dos lunas enteras, debo probar si a mis pétreas manos aún le calzan tus senos de yesca.
Si mis sueños de argamasa aún le hacen falta a tus sueños de “piedra aventurera, como tú”.

Tal vez no, tal vez sí. No importa, lo mío es la piedra.


Y como tal llevo conmigo esa paciencia, la constancia firme y gris que encierra todos los fuegos eternos del mundo.

Lo mío es la piedra.


















Don Cayetano Delaura.

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