viernes, 26 de marzo de 2010


Larga vida a la noche y al día


Este escrito se lo debía a SiervaMaría y a todos


Es extraña la sensación que nos da la mantención del horario de verano
en este tan adentrado otoño del norte de Chile. La noche tarda en llegar, el día se hace como largo y nada hace extrañar ese cambio que nos quitaba el placer de tener sol al regreso del trabajo.

Con SiervaMaría lo hemos aprovechado muy bien, ya que todas esas noches cálidas y jóvenes (las que se sienten veraniegas) hemos estado en nuestro balcón delectando un trago, con música, nuestros temas y esos detalles que preludian el fuego que se desatará después .

Así las cosas, se nos aparece temible que vayamos a volver a la hora normal, al reino de los días y noches cortas, cuando nuestra naturaleza y afán nos empuja a los caminos más sugestivos de la sombra.

¡Quizá fuera una buena idea la de mantener el actual estado de cosas! Si , total, casi nadie parece extrañar el antiguo orden del reloj.

Si no es así tal vez podamos fundar una cofradía de amantes de los días y noches largos. O nosotros dos refugiarnos en nuestras ansias y apartarnos de la norma que nos devuelva al otoño y al invierno.

El tema del cronos siempre será vital: nuestros cuerpos responden invariablemente a ese sino.

Pero nuestras almas se rebelan y quieren que nunca se acabe la parranda, el disfrute, el amor: la vida.


¡Propongo un brindis por esta rebelión que puede ser profunda si nos sirve para darle más sentido a esta vida que no quiere morirse de terremoto en el sillón, sino que de temblores como los que me causa SiervaMaría cuando me abre y cierra su encantos, entre ésos sus ojos.

Don Cayetano Delaura.


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