martes, 13 de noviembre de 2007

Besos...

Besando un porro logré analizar el motivo y las razones exactas de por qué amo besar y, en consecuencia, por qué es para mí importante un buen besador… me parece que el beso es la mejor imitación de dos personas haciendo el amor.

Por eso creo que los besos no se deben dar a cualquiera, ni mucho menos por jugar; esa es mi razón por la que jamás me importó jugar a huevás como "la botella" o a las típicas penitencias weonas entre amigos borrachos (aunque me divertía mirándolos y participaba en las penitencias que no incluían ese tipo de acercamientos físicos forzados) aún cuando me encanta besar ¡Hey!, ¡ojo! Por lo mismo: porque me encanta besar.

Yo no beso a cualquiera, y no por algún tipo de pacaterías ¡por favor! La razón es que besando a una persona sé inmediatamente cómo hace el amor, es por eso que tiene que gustarme y ¡más que eso! Es por eso que un beso debe ser siempre un ritual erótico y místico y caliente hasta los huesos, aún el beso más sencillo.

Los mejores besos van borrando aquellos falsos o mezquinos, un buen besador puede borrar cualquier huella de besos anteriores y dejar los labios (todos) rojos y calientes para siempre y su nombre marcado en la boca de la besada (ojala amada) con una marca imborrable.

Estoy ahora descifrando el lenguaje que hay tras sus besos, los que le doy y usted recibe gustoso y en los que usted me da y yo me trago ansiosa y feliz.

Cuando su lengua entra y sale de mi boca, es como si me penetrara. Cuando muerdo su labio inferior y le paso la lengua es como (es lo que quisiera hacer) si le pasara la lengua por la cabeza de su pene. Hay casos en que la sensación es mágicamente parecida… en ambas pone su mano sobre mi cabeza.
Cuando las lenguas se rozan o se friccionan con fuerza es toda nuestra piel desnuda, nuestras piernas haciéndose un nudo, su pecho quemado por el roce de mis tetas, nuestros brazos rompiendo la más mínima distancia.
Cuando el beso se me vuelve loco y es un lengüetazo rápido y cálido en sus labios es mi entrepierna húmeda rozando sus muslos; ese beso cortito y rápido es su pene duro apenas rozándome el culo como una pincelada en un lienzo (así de sutil y fuerte - ¡valga el oximoron! - ) como una caricia cochina, juguetona, calentona en horarios de oficina, es SU manera de rozarme el culo en cualquier parte, enfrente de todos en cualquier esquina o avenida a plena luz del día.
Su lengua buscando la mía es como su miembro buscando mi clítoris, mis pliegues, mi entrada a medianoche…

-¡Eureka!, creo que acabo de descubrir además las razones de mi fascinación por los erizos… ¡Ja!, ¡yo sabía!, no podía ser sólo por gula -
¡Por supuesto!, hay más códigos dentro de sus besos y los míos además de los descritos.

Y ¡ahí está!...es por eso que no besaría jamás a cualquiera y es por eso también que el mejor besador se transforma en el último y deja su nombre sellado en los labios de la amada-besada para siempre.

-Sierva María de Todos los Ángeles, la niña endemoniada
Desde algún lugar del Norte del Sur-

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